lunes, 27 de diciembre de 2010


Un día u otro, todo acaba volviendo al lugar del que salió. 
Los pájaros vuelven a su nido, los niños vuelven con sus madres, los libros visitan las librerías de las que salieron, y los sentimientos vuelven a alojarse en los corazones. 
Nada se va nunca del todo, se queda ahí, en un rincón, esperando el mejor momento, el momento oportuno para salir. Es el juego del escondite, pero una versión especial, más complicada, más arriesgada.
Si aceptas el juego, puedes ganar, perder, o perderte. Si no lo aceptas, los sentimientos ocultos surgirán igual, porque el destino no se puede cambiar, pero la gran diferencia es que saldrás a jugar sin prepararte, completamente expuesto al frío de la realidad.

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